viernes, 27 de noviembre de 2009

Naufragio

"- Entonces era cierto..." -dijo para sí- "los instrumentos no habían fallado. La turbulencia funcionó como una puerta dimensional y ahora estoy de nuevo en la Tierra, pero ¿a qué distancia temporal de mi partida?"

"- No debe ser mucha". -pensó- ya que la arquitectura de las casas le resultaba familiar, pero llevaba días caminando y no había encontrado una sola señal de vida, sólo osamentas brillando al sol y pueblos abandonados.

"- Finalmente habrá sucedido... la tercera guerra... "

En el año dos mil, cuando partió la expedición ya se hablaba de la posibilidad de una nueva guerra de la que no habría sobrevivientes.

"- No tiene sentido seguir caminando, pasaré la noche en el próximo pueblo; quizás allí obtenga alguna pista."

Revisó casa por casa y no encontró absolutamente nada. Le quedaba por ver la estación del ferrocarril. Corrió hacia las afueras del pueblo. La vieja estación se mantenía incólumne, aún sumergida en el polvo. En la sala de espera el expendedor de periódicos parecía haber sobrevivido a las inclemencias del tiempo, se acercó y tomó un ejemplar fechado dieciocho de julio de dos mil ochenta y siete. Se confirmaban sus sospechas. Los titulares anunciaban la inminencia del holocausto.

Se derrumbó en un sillón, completamente agotado. Estaba a punto de cerrar los ojos cuando lo sobresaltó un ruido entrecortado que venía de la oficina contigua.

Se asomó con cautela, el ruido se tornó más definido y se quedó paralizado, contemplando azorado el constante repiqueteo del receptor telegráfico.

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